Así me saludo un día, una de mis maestras y mentora espiritual.

Fue un shock para mi escucharla, pues hasta ese momento, yo consideraba que mis heridas de la infancia, o de la adolescencia… quizá de la edad adulta, me daban el costoso “permiso” de refugiarme en el dolor de esas heridas, de victimizarme, en lugar de intentar buscar, identificar, reconocer el regalo que traían para mí.

Una vez repuesta de la “zarandeada” que esas palabras me dieron (que hasta mareos tuve) empecé a anotar una por una, las que yo consideraban como mis heridas “consentidas” (de tanto revivirlas, ya nos habíamos hecho muy ”amiguis”) y después de escribirlas, reflexione sobre estas preguntas:

  1. ¿Qué había descubierto de mí, gracias a esa herida?
  2. ¿Qué recurso había desarrollado para poder sobrevivir a las consecuencias de esa herida?
  3. El deseo de sanar esas heridas, ¿me había llevado a leer algún libro, tomar un curso ir a terapia? ¿Había adquirido algún conocimiento o experiencia de esos libros o cursos? ¿Lo había aplicado?
  4. Una vez recorrido el proceso de sanación ¿estaba yo lista para compartir lo que había descubierto a partir de esta herida? ¿cuál era el don que ahora yo podía ofrecer al mundo?

Las respuestas que surgieron de mis reflexiones me llevaron, primero que nada, hacer mías las palabras de mi mentora: “EN TU HERIDA ESTÁ TU DON”

Hacer mías esas palabras, me permitían integrar su sabiduría a mi manera de ver, de ahí en adelante, mi vida pasada y lo que me sucediera en un futuro, como oportunidades para recordarme, una y otra vez, cuales eran mis dones, regalos de una herida.

Una y otra vez he confirmado gracias a las experiencias dolorosas, que mi don está en la palabra hablada o escrita, que me permite comunicar mis experiencias de una manera clara y práctica, para ponerlas al servicio de las personas.

De ahí nace “DALE LA MANO A LA QUE SIGUE” ®️

Y ese don ha encontrado escucha, resonancia en personas como tú que me lees, y que también están listas para indagar en sus experiencias dolorosas ¿CUÁL ES SU DON?

Personas que pueden identificar la relación que hay entre las heridas y el despertar de conciencia y el inicio de un camino de autoconocimiento, autobservación, auto indagación para identificar experiencias, conocimientos, sabiduría, entendimientos, valores, estrategias, hábitos, de gran valor nacidos de una herida. 

Y gracias a la decisión de no huir de ese dolor.

De quedarse a conocerlo, observarlo, escucharlo.

Cómo dice el poeta Rumi: “No te retires. Sigue mirando el lugar donde tienes la venda en la herida. Es por allí por donde entra en ti la luz”

 Cuando miramos directamente la venda de nuestra herida, sin negarla ni evitarla, nos sensibilizamos respecto a hacia nuestra vulnerabilidad como seres humanos.

“Poner atención plena a nuestras heridas, abre paso a la luz de la sabiduría y la compasión” escribe Tara Brach en su libro “Aceptación Radical” (Edit. Gaia)

Tara Brach

En tu herida está tu don.

Es una ventana para que te asomes a lo más profundo de ti, donde se encuentra el tesoro más preciado: el amor bondadoso por ti.

Cuando abrazas tu herida no solo aparece el don sino recuperas la confianza en ti y tu vida renace.

Así que te comparto de nuevo las preguntas que me hice para hacerme consciente de mis dones forjados en el fuego del dolor con sentido, con propósito.

  1. ¿Qué había descubierto de mí, gracias a esa herida?
  2. ¿Qué recurso había desarrollado para poder sobrevivir a las consecuencias de esa herida?
  3. El deseo de sanar esas heridas, ¿me había llevado a leer algún libro, tomar un curso ir a terapia? ¿Había adquirido algún conocimiento o experiencia de esos libros o cursos? ¿Lo había aplicado?
  4. Una vez recorrido el proceso de sanación ¿estaba yo lista para compartir lo que había descubierto a partir de esta herida? ¿cuál era el don que ahora yo podía ofrecer al mundo?

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Te mando mi mejor deseo de que estés bien, realmente bien.

Y nos leemos la próxima semana.