Imagina por un momento el siguiente escenario:


Una jornada laboral de 7 días.14 a 16 horas de trabajo…promedio. Sin pago de un salario, sin prestaciones, sin posibilidades de jubilación, sin hora libre para almorzar, sin convivencia con otras personas adultas, sin vacaciones a donde tú quieres y cuando tú quieres…ni con quien tú quieres.

¿De qué tipo de trabajo estoy hablando?
De un trabajo que difícilmente alguien aceptaría, si se detiene a reflexionar un momento en estas condiciones

Aún así, cada año miles de mujeres aceptan este trabajo.

¿De que trabajo estoy hablando?

Exacto…de la maternidad.
Las mujeres que «aceptan» este trabajo, buscando los beneficios que vienen con el:
*La maravillosa oportunidad de dar vida y cuidar de esa vida.
*La experiencia de un amor que no se puede describir.
*Contribuir al desarrollo de un ser humano desde cero.

Están dispuestas a pagar el precio.
Un precio que a las madres primerizas se les “explica” en que consistirá «pagarlo».
Ellas lo “entienden”…en la teoría.

¿Y qué pasa cuando ya están en la experiencia?
Poco a poco se dan cuenta de que quienes les “explicaron” el costo, se quedaron cortas.

Y quienes ya tienen varios hijos, van sumando a ese estrés del primer hijo(a), cantidades de más estrés conforme los hijos crecen. 

El estrés de las mujeres y la maternidad es tan antiguo como la maternidad misma.
Lo que empieza a ser preocupante, diría yo, ya alarmante, es la dimensión, la extensión, el alcance del problema del estrés femenino por la experiencia de la maternidad.

Te sorprenderá saber que desde los años 40´s los índices de depresión y ansiedad han aumentado entre las amas de casa .
Y a esto le agregamos el estrés femenino que genera el posponer la maternidad, o renunciar a ella o trabajar tiempo completo fuera de casa y además ser madre.

¿Qué ha contribuido a este aumento en el estrés femenino por la maternidad?
Varias causas
1 El entorno familiar de las madres se ha ido transformando.
Ya no están las madres abuelas cuidadoras para las nuevas generaciones.
Ya no están las madres o abuelas que cuidaban a las nuevas mamás.

Tampoco las madres que trabajan fuera de casa suelen contar con el apoyo de las familias.
O con el apoyo de guarderías accesibles económicamente, con horarios adaptados a las madres trabajadoras.
O de apoyo social del gobierno para la atención de los niños.

2 Al trabajo físico del cuidado de lxs hijxs, hay que agregarle el desgaste emocional que genera la culpa, por creer que se está robando tiempo al cuidado de la familia.
Y esto hace que la madre que trabaja se sienta más cansada y estresada, física y emocionalmente.

3 Un factor más de estrés para las madres que trabajan: la presión en el trabajo por dar mejores resultados o el señalamiento en las escuelas del comportamiento de los hijos porque la mamá trabaja.
Mi testimonio, Pablo, agujetas, directora, examen…se aburría en clase.

2 El miedo a hablar del estrés que genera la maternidad porque entonces eres una mala madre.
Quienes se atreven a hablar dicen frases como:
«Siempre estoy intentado ser la madre perfecta y no lo logro»
«Me cansa tener que responder a todas las preguntas que me hacen mis hijxs»
«Me da vergüenza que pregunten ´¿a que te dedicas?´ Y yo diga «a nada … a la casa»
«A veces sueño despierta de como sería mi vida si pudiera volver a empezar»
«Cuando estoy cansada, o deprimida tengo que tomar café, fumar o comer carbohidratos para tener energía»
«Aunque duerma, amanezco cansada»
«Me despierto varias veces en la noche»
«Me doy cuenta de que perdí el sentido del humor. Siempre estoy irritable e impaciente»
«Me siento embotada, sin rumbo, sin propósito de vida»

4 Como no se necesita hacer examen para ser madre, ni tener títulos colgados en la pared, se le considera un trabajo de «bajo prestigio» y poco reconocimiento.

¡¿Bajo prestigio?!
Te quiero compartir una lista de lo que una mamá hace en general, se quede en casa o trabaje fuera de casa.
Cocinar, sacudir, lavar, planchar, trapear, bañar niñxs, cuidarlos cuando están enfermxs, ir al mercado, hacer menús, tirar la basura, tender camas, regar plantas, cuidar mascota, administrar el dinero, ir a las juntas de la escuela, revisar tareas, ir a la papelería, preparar disfraz para baile del día de las madres, llevar a terapia a algunx de lxs hijxs, recoger el tiradero de los demás, etc, etc, etc

¡¿De veras es un trabajo de «bajo prestigio»?!

5 Hablemos también del el estrés que genera la pérdida de libertad, cierto aislamiento y monotonía.
 
Hablar en voz alta del estrés femenino y la maternidad, nos da la oportunidad de solidarizarnos entre nosotras.
Nos da la oportunidad de darnos la mano la una a la otra para crear una red de madres estresadas que quieren dejar de serlo.
Nos da la oportunidad de identificar las causas del estrés que hemos vivido y validarlo sin culpa, sin vergüenza, sin miedo a la crítica.

¿Y que hacemos?

Lo primero es descubrir, comprobar el riesgo que corres o no , por el estrés femenino y la maternidad.
Te comparto algunas preguntas poderosas, como llamamos en Coaching a las preguntas que nos hacen reflexionar:

1 ¿Me cuesta imaginar lo que haría con mi tiempo libre.?
2 ¿Fantaseó con lo que pudiera ser mi vida si pudiera volver a empezar?.
3 Estar impaciente, irritable…¿ya es mi estado normal?.
4 Por momentos ¿Me arrepiento de haber elegido la maternidad?.
5 ¿No me siento descansada ni después de haber dormido lo que he querido?
6 ¿Necesito fumar, tomar café, comer carbohidratos para tener energía?

¿De que te das cuenta al responder estas preguntas?

Te comparto 3 acciones, que puedes hacer inmediatamente para aprovechar la lectura de este tema.

1 Sincérate contigo misma y examina con honestidad y compasión tu condición de mamá.
¿Qué tanto esperas de ti como mamá.? ¿Cuáles son tus  expectativas sobre ti?¿De que te das cuenta?

2 Escribe cuáles son las ventajas que tiene la maternidad PARA TI…no para los otros…no para darle gusto a la sociedad…PARA TI. Así te vas dando cuenta si tu maternidad ha sido elegida y quizá el estrés puede disminuir por hacerte consciente de tu elección.
Y si no la elegiste en un primer momento, si decidiste aceptarla. Y en ese reconocimiento de esa aceptación, esta tu libertad.

3 ¿Necesitas justificar tu descanso agotándote antes?
Las madres que se dan el permiso de descansar porque tienen derecho a ello, a relajarse  y mantienen expectativas realistas sobre su rol de madre, pueden cuidarse mejor así mismas.

Deseo que esta reflexión te acompañe en el ejercicio del retador, maravilloso, estresante y amoroso rol de ser madre.


Tere Bermea.
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