Cuando llego a mi casa, cansada, con hambre, después de estar fuera trabajando todo el día, en cuanto me quito los zapatos y exhalo un ¡ahh! ya llegué ¿sabes en quién pienso?
En ti.
En ti que quizás también tuviste una larga jornada de trabajo fuera o dentro de casa.
Pienso que a lo mejor no has comido o te sientes fastidiada por el tráfico que hubo o el transporte público que venía lleno.
Pienso en ti y me pregunto ¿cómo será tu llegada a casa? ¿Seguirás trabajando hasta la medianoche planchando, cocinando, revisando tareas?
Al llegar¿encontrarás paz, calma, seguridad, o todo lo contrario?
¿Alguien te preguntará «como estuvo tu día?»
- ¿Habrá alguien que te escuche o el silencio sepulcral será tu compañero?
- ¿O al entrar a casa escucharás quejas y reclamos…o te recibirá la indiferencia?
- ¿Cuál será tu último pensamiento antes de ir a la cama? ¿Descansarás?
- Y mañana ¿como será tu despertar?
No lo sé.
Lo que sí sé, es que hoy pensaré en ti deseando calma, descanso, paz, tranquilidad, suavidad y una noche ..muchas noches…de profundo descanso y te preguntaré mentalmente ¿cómo estuvo tu día?
Te preguntaré con el corazón.. y tú ¿cómo estás?
Deseo que el sonido suave y amoroso de estas palabras, te arrope, te acompañe, te cobije cuando más lo necesites…Y tú ¿cómo estás?
Muy cierto Tere, no hay que pregunté como estoy, no hay peor soledad que la que se vive en compañía. Un abrazo.
Rebeca, pareciera que yo escribí tu comentario.